Al final, triunfó el SÍ, las bicis se alzaron y nos ufanamos de una democracia que pone derechos a votación, en la cual nos des acostumbramos a ganar con anhelo. Es tiempo de empezar a preguntarnos y reflexionar:
El rango de edad que más votó fue de 18-35 años y si juntamos la opción "17 años o menos" y la de "18 a 35 años" nos damos cuenta de que la participación es mayor a la de gente con 36 hasta más de 60 años. Ante esto, va otra pregunta que hacernos, ¿votaron más los jóvenes por tener acceso a internet? ¿la consulta se promovió mayoritariamente por internet? ¿Qué tan plausible es el que ganar una consulta sobre derechos?
Con esto no procuro quitarle méritos al SÍ o a la propia consulta. Creo el SÍ nos obliga a comprometernos de verdad con la movilidad, pero de igual manera a entender que esos 4, 868 no son culpables de haber crecido bajo la lógica del automóvil, lógica que tal vez abraza a más de esa cifra, lógica que con la victoria del SÍ debe empezar a romperse y no quedarse en lo corto que puede ser resumir la movilidad a una bicicleta.
Ahora es momento de buscar con esta victoria del SÍ, disputar las demás luchas que conciernen a la movilidad, a la integración y a la ciudad que queremos. Es tiempo de empezar a desincentivar el uso del automóvil con opciones que puedan integrar a todos y todas. Es ahora cuando debemos pugnar por los derechos del peatón (más allá del respeto el terreno apto para transitar), luchemos también por cambios estructurales en el sistema de rutas, de atención y calidad del Transporte Público, al igual que los derechos laborales de quienes manejan las unidades.
Gracias a quienes desde la bicicleta han luchado, pero también a quienes optan por una movilidad sustentable y la humanización de la ciudad al momento de dejar el carro.
Ganó el SÍ, pero la batalla aún no ha acabado. Es momento de volver a vernos las caras, de volver a sentir ser parte de algo.
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